El envejecimiento no es sinónimo de enfermedad, en un individuo sano se produce como una disminución paulatina de las capacidades y funciones en el organismo donde cada vez hay menos capacidad para soportar el equilibrio homeostático. La atención a personas mayores debe dar solución a un amplio abanico de demandas asistenciales.
Debe responder, en distinta medida, a sus necesidades sanitarias, pero también a sus demandas sociales, en atención a su grado de autonomía y situación familiar, pero también intereses y deseos acerca de dónde preferirían recibir los tratamientos y cuidados.
Los adultos mayores son vulnerables principalmente a enfermedades crónicas, alteraciones médicas sensoriales como visión y audición, malnutrición, incontinencia urinaria, estar polimedicados, deterioro cognitivo, depresión, dependencia en actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, alteración en la marcha y deficiencia en apoyo social.
La valoración geriátrica integral es un proceso diagnóstico dinámico y estructurado que permite detectar y cuantificar problemas, necesidades y capacidades en el adulto mayor para identificar la necesidad de cuidados o tratamientos con el objetivo de mejorar su estado de salud.